jueves, 24 de mayo de 2007

...La Muerte...

Muertos o moridos
La sinceridad infantil es la primera fuente de aprendizaje que los mayores despreciamos con necedad. Si se pregunta a un niño ¿qué es la muerte?, ¿Qué le ha pasado a la mamá de Bambi?, la respuesta es un claro: no sé. En cambio si un niño pregunta a un adulto, ¿por qué se ha muerto mi abuelita? Las respuestas suelen ser variopintas. Oscilan desde la evasión de la respuesta hasta la hipótesis del cielo-limbo-purgatorio-infierno.
La ausencia de seguridades en la educación de un niño que descubre la muerte se convertirá en una carga de angustia de muerte, cuando se haga adulto, fruto de unas explicaciones pseudológicas y patéticas, tan poco esclarecedoras y aparentemente inofensivas.
El niño es sincero y responde desde su conocimiento un claro no sé o "no sabo". El adulto da respuestas estándar más vinculada a la creencia que se sabe. Son interpretaciones compartidas con otros adultos que surgen de las mismas premisas, diferentes al solo y honesto "conocer". Si se propone educar acerca de la muerte, se trata de evitar la explicación desde la angustia.

Los niños juegan y hablan de la muerte
Los niños tienen miedos y temores, uno de ellos es el miedo a la propia muerte. Depende de la edad. Los niños menores de cinco años no son capaces de formarse un concepto de la muerte, su percepción del tiempo y del espacio es muy limitado, en ellos prima el miedo de separación a la madre.
Los comprendidos entre seis y diez años muestran un mayor miedo a la mutilación y por último, son los mayores de diez años los que presentan un miedo elevado a la muerte. Pero estos miedos son reforzados por el entorno cultural. Son miedos socializados.
Los niños hasta los seis años de edad juegan a representar la muerte. Es el fruto de la observación. Se "duermen" como hace el rey Mufasa en la película el Rey León. El estado de sueño es la primera identificación con la muerte. Primera diferencia vida/muerte igual a dinámico/estático.
También el concepto de ciclo vital, de edad que avanza, que se envejece comienza a calar en los niños.
En los juegos y primeras interpretaciones de la muerte hay grados. No es lo mismo que se muera una planta que un animal. No es lo mismo morirse de manera permanente que revivir una vez terminado el juego. No es lo mismo que se muera alguien próximo que alguien que se percibe lejano al propio mundo de las vivencias. Es decir no será igual que se muera un indio que un vaquero, un tío que la mamá.
El niño comienza a asumir la realidad de la muerte y se defiende de ella a través de su creencia de que es capaz de influir sobre esa realidad. Los niños pequeños descubren la muerte en su medio físico y social. La buscan por sus causas y la superan con rituales llenos de magia y fantasía. Son juegos de salvamento y resucitación mediante los cuales las heridas y los muertos se curan. Mediante estas simbolizaciones se superan egocentrismos, la culpabilidad se transforma en solidaridad y se comienza a elaborar el desarrollo de capacidades, como las de ayuda, compasión, ponerse en el lugar de otro...

El contrato de vida
Tarde o temprano la realidad se impone, tanto para el niño como para el adulto, y se comienza a asumir la realidad de la muerte. En el niño hay estadios de adaptación de esta realidad que escapa a su control. Estas fases de aceptación son parecidas en los niños y en los enfermos terminales antes de asumir maduramente el hecho irreversible de la muerte.
Cuando la realidad se impone, una forma de afrontarla con éxito total es asegurándose mediante un contrato de vida.
El establecimiento de las causas de la muerte también posee mucho interés para el niño. Al familiarizarse con los efectos y causas de la muerte, el niño pretende vestirla de realidad cubriendo así la ansiedad y el miedo que sus fantasías y fantasmas le llenaban. Esto ocurre porque el conocimiento le da seguridad y aumenta su capacidad de razonamiento lógico.
Además de las causas de miedo ligadas al desarrollo del niño, hay que contar que en la sociedad de bienestar y consumo, los medios son fuentes de miedos. Pensamos en aquellos programas de impacto que deben su éxito a la cantidad y variedad de accidentes que presentan.
En una época en que reina la imagen, y por ello el movimiento de la razón hacia lo superficial, lo efímero, la idea de muerte como concepto básico, como realidad, se va trasvistiendo de representaciones que nunca llegan a atrapar su verdadero significado.
Una causa más para educar en un plano de razón distinto al visual.


Nos parecio muy interesante este texto ya que explica mucho sobre la muerte y los miedos ya sea en los adultos como en los niños...


jo y daii

1 comentario:

Fabiana Romero y Laura Tataryn dijo...

Hola filochicas!!!
El texto es interensantísimo... muy bueno, en especial la actitud incoherente de nosotros los adultos que ante la muerte parecemos zombies en las respuestas que damos a los niños. Como para no cargarse de angustia los neófitos inquisidores. Para una calificación optima de la presentación faltaría agregar la fuente del texto y abrir con una afirmación o interrogación al debate que el mismo sugiere...
Fabiana...